En medio del vértigo y la amargura no puedo dejar de contemplar cada delicado detalle de la belleza que me tiene prendado, la hermosa constelación de su rostro indescifrable adornada por dos grandes astros, parecen soles, parecen lunas, según la luz con la que me miren, diluyo en el vino el delicioso sabor de su llanura y las lágrimas se presentan respetuosas, incapaces de poder salir frente a la majestuosidad del sol veraniego que las evapora, del calor que mueve el motor que me bombea en el pecho y que resuena en mi cabeza. La tristeza, se siente diferente porque hemos sido compañeros antes, y hasta ella esta vez se abstiene de visitarme. Quizá la locura sea quien conmigo se embriaga en esta sombraluz de sensaciones, de sentimientos, de temores y de hastíos. En medio de la incertidumbre, el rostro que iluminó mis ayeres se presenta tras nubes pero el espíritu sigue con la certeza de que está ahí.
La tormenta pasará, no olvido a la oscuridad porque a tientas en ella me acurruco pensando con una mueca sonriente en que huirá cuando regrese su luz.