viernes, mayo 23, 2014

Políticamente Correcto

Ya empezando, la embarramos, el título de este post es algo de esas cosas que ya no se puede decir sin tocar el nervio palpitante de la conciencia colectiva que cada día nos traga una parte de nuestra individualidad, de nuestra forma de ser, de nosotros mismos.

El título es repetido, soso, ya sabe uno que huele a insulto disfrazado de crítica que pretende ofender a la mayor cantidad de gente posible sin que se den cuenta.

De acuerdo con los nuevos cánones de socialización y las normas de comportamiento humano, uno ya no debe, ni puede:

Hablar de fútbol, de ciclismo, de fórmula 1, de nascar, de tenis, de golf y de cualquier tipo de práctica deportiva donde triunfe alguien con quien uno pueda identificarse. Si es de su país, entonces usted es un triunfalista, pero si es de un país extranjero usted es un arribista que no quiere a su patria. Y de donde sea, usted es un alienado que no piensa sino en cosas banales como el deporte de alta competición cuando el mundo se sigue yendo por un hoyo podrido.

Hablar de religión, de ateismo, de curas, de espiritualidad, de Dios, de Satanás, de Monesvol, Chtulu, el Indio Amazónico, de la Virgen del Carmen, de Brujería, de la Santa Muerte, de Vudú, porque bien, usted es un pendejo que se hizo adicto a una droga donde le dicen qué tiene que hacer y como hacerlo, porque usted le hace caso a otros seres humanos cuya conducta es indeseable y que no deberían decirle cómo actuar o cómo no hacerlo, y porque rezarle al que sea o maldecirlo según su elección, no hará nada para que el mundo se siga yendo por un hoyo podrido.

Hablar de política, elecciones, democracia, historia, leyes, paros, protestas, ni a favor ni en contra. Porque si usted manifiesta pensar como no piensa el que más escándalo hace, usted es un bruto, un pobre, una persona que se vende por un tamal y una teja. Pero si manifiesta pensar como piensa el que más escándalo hace, usted es un comunista, izquierdoso, mamerto, mantenido del estado, subsidiario, subversivo y amigo de Fidel. Porque incluso su anhelada anarquía es apenas un espejismo que al final no nos sacará del hoyo podrido.

Hablar de sexo. De transexuales, homosexuales, multisexuales, aberrados sexuales, deseos sexuales, anhelos sexuales, juguetes sexuales, problemas sexuales, aciertos sexuales, chistes sexuales, duelos sexuales, trabajadores sexuales, enfermos sexuales, educación sexual, todo porque si usted obedece a sus instintos ancestrales y no los reprime, arriesgándose en todo caso a que su represión desemboque en un problema mayor que le afecte a usted y a otros, su cabeza vive dentro del hoyo podrido.

Hablar de idioma, de lectura, de escritores, de ortografía, de libros, de blogs, de ferias, museos y exposiciones. De intelectuales y de artistas, y de maestros y de sus demandas. Hablar de la cultura que se va construyendo es monstruoso porque solo somos la copia al carbón mal hecha de sociedades mal educadas, entonces no podemos atesorar nada de lo que ellas tuvieron si no queremos terminar igual. Debemos volver a las raíces, a lo propio. Eso sí, anhelando siempre ir de vacaciones así sea una vez a Disney. Si usted cita libros, le tildarán de arrogante, mamerto, personaje que habla por parecer inteligente pero que hay una gran probabilidad que no sea. Si no lo hace, probablemente descienda con dignidad al fondo del hoyo podrido


Hablar de género, de hombres y de mujeres, o de travestis. Porque los hombres son para lo que son los hombres y las mujeres son para eso también. Pero cuando uno de los dos quiere ser para lo que es el otro entonces ya es políticamente incorrecto, que para eso Dios los hizo así, que para eso el sol sale por el oriente, y los hombres trabajan y las mujeres paren. Pero si es mujer y se quiere dedicar a parir es una mantenida, y si se quiere dedicar a follar sin parir es una vagabunda. Y si es un hombre y se quiere dedicar a ver fútbol es un troglodita (y no volveré al párrafo 1) pero si le gusta el color rosa y sabe de marcas de zapatos y no le pega a su novia es un maricón. Si tiene 30 y no va donde las putas es un pendejo, y si no le pone los cachos a su mujer es porque ella lo manda, y si no trabaja para mantenerla es porque su papá tenía dudosas conductas sexuales. Y entonces a uno le dan ganas de tener vida de perro y poder excavar hoyos podridos o no y que nadie le diga nada.



De si está gorda, flaca, alta, enana, del color de su piel o de su pelo, de la talla de su ropa, o del tamaño de la barriga del señor en cierta etapa. Porque si lo hace es un superficial, pero si usted la tiene es un descuidado que está así porque se dejó llevar por el consumismo en forma de payaso, pero si va al gimnasio es porque tiene la cabeza hueca y como dicen 'si le dicen gorda hace ejercicio pero si le dicen bruta no lee un libro'. Entonces tiene que no hacer ejercicio, pero verse delgado y poderse poner ropa decente, de marca y ojalá cara, pero a la vez leer y ser culto e inteligente. Saberse todos los títulos de las obras del nobel y seguramente los nombres de las señoritas colombia de los últimos 20 años, así no tenga ni la más remota idea que es la Corte Penal Internacional o como funciona el Código Electoral de su país y los mecanismos para cambiar lo que le gustaría cambiar.


Hablar de amor y de desamor también. Si a usted le ama su pareja, o la ama, ¡qué oso ponerse a decirlo en público! eso es para inseguros, para pendejos, para gente que se inventa novias de goma o hechas de pantalla líquida para ser la envidia de los demás. Pero si lo dejan con el corazón como caña de trapiche, destrozado y escurrido, no llore, no escuche canciones deprimentes, no hable todo el día de esa persona que eso no se ve bien. Y aquí no cuenta lo que usted siente, cuenta que usted se vea bien.


No hable ni piense en pobres, en ricos, en idiomas extranjeros, en modelos educativos ajenos, en libros que quisiera leer, en rock clásico, ni en rock propio, en música de su tierra, pero en música en otro idioma tampoco, ni en santos, ni en demonios. Ni en la marca de pan del osito, pero tampoco demuestre la pobreza comprando pan de 100 en la esquina de su barrio. Odie a los taxistas y su mafia pero no monte en bus que eso es para pobres y lo roban o lo manosean. Hable mal del medio ambiente pero no haga el ridículo recogiendo su 'menage' en los restaurantes de comída rápida. Raje del alcalde, del presidente, del ministro, del abogado, pero si uno de sus familiares es funcionario público o policía o soldado, sepa donde poner sus paréntesis y sus puntos suspensivos. Odie a su jefe con vehemencia pero quédese callado cuando insulta a su compañero de trabajo solo para demostrar su autoridad y no diga nada, que eso se ve mal. Si algo no le gusta, incomódese, pero calladito porque eso no es propio de la gente educada. Hable mal de su país pero váyase a vivir al cono sur y póngase la camiseta de la selección porque eso de ser extranjero lo hace a uno atractivo.


Sea políticamente correcto. A su alrededor, las consecuencias.
Time - Pink Floyd

jueves, mayo 08, 2014

La sed del otro

Se dice tanto acerca del sufrimiento propio y del ajeno. Que cada uno tiene su procesión interna, que para todos sus propias debacles son una tormenta cuyo alcance solo puede apreciarse desde el propio ojo. 

Y de pronto llega el día, donde se empiezan a contar los días sin angustias, los días en los cuales la vida no nos parece un mar en eterna tormenta, solamente un mar, en el que hay días que hay que navegar con más fuerza, y otros no hay que esforzarse tanto. Nos damos cuenta que algo cambió y que aprendimos a sufrir menos, y a manejar esos demonios que en otras épocas nos impidieron conciliar el sueño, tener un sueño, alcanzar un sueño, recordar siquiera que podíamos soñar. 

El entorno cambia, se torna extrañamente tranquilo, y uno se pregunta si debería acostumbrarse a estar así, si debería olvidar de donde vino, y cerrar para siempre la puerta del caos para dedicarse a construir.

Y alrededor continúa el mundo sufriendo, ahogándose, muchos aún en medio de la tormenta sin siquiera saber que están ahí. Como bebés, o como cachorros, usando hasta el último gramo de su energía pataleando para no ahogarse, para no hundirse, para no sucumbir. 

Ahí donde vemos las bocas abiertas, desesperadas por aire, los ojos cansados de llorar, los brazos caídos cansados de remar y de abrazar y de esperar, y de alabar y de suplicar, las heridas abiertas de mucho tiempo sangrantes, aquellas que no cicatrizan nunca, es cuando caemos en nuestra tentación de mirar atrás, donde recuerdas en qué lugar es que están las cicatrices y algunas heridas que habias olvidado. 

Donde tornas a ver el abismo, y quisieras salir corriendo pero esa empatía humana te impide hacerlo, porque no quieres que nadie sufra, porque et da miedo verlos sufrir.