viernes, septiembre 25, 2015

Como Disco Rayado (Lado A)

Una triste coincidencia, 15 minutos antes de empezar a escribir esto. Mensaje Cifrado


Para S.F. Si me dicen que tengo miedo, en mi propia cara, temo menos. Algún día dejaré de temerle a esto y haré lo que me corresponde

Mi mundo es muy limitado. Esto en referencia al mundo total. Así que de mi limitado mundo me dedico a hablar, a callar a escribir.

Parto del supuesto que a todos los que comparten mi finito y más bien pequeño mundo, nos toca en algún momento. Tarde o temprano, de una forma u otra, tan ineludible como la vida misma, y tan inevitable como morir.

Tiempo me ha tomado escribir esto, porque me he tenido que cuestionar mucho no solo sobre el tema, sino sobre el por qué y el para qué escribo. Antes pensaba que era el mero gusto, pero hechos circundantes han modificado mi manera de pensar. Pero ya habrá otro momento y otro texto para eso. Este es lo que se podría llamar un 'encargo' de alguien a quien aprecio mucho y que de una manera muy cariñosa pero enérgica me desafió a descender de mi pedestal de basura intelectual y compartir en el interesante mundo de la cotidianidad. En el que uno vive pero duda vivir.

Un tópico tan desgastado como el amor romántico y de pareja, tan parte de todo, todo el tiempo, tan visto desde todas las perspectivas posibles, la matemática, la filosofía, el arte, las conversaciones de borrachos, el comercio, la política, el deporte, la religión y la ausencia de todas las anteriores ¿Hay más que decir del tema? Al parecer sí. Perspectivas del amor de pareja, las hay como seres en la tierra. Uno tiende a pensar que mucha gente tiene ideas generales y pensamientos comunes. Pero al horadar al fondo de la cuestión se da cuenta que al final aplica la tan cajonera frase de "cada persona es un mundo".

Me encuentro que a menudo, mi manera de ver ahora las cosas (pues yo tampoco nací aprendida y cometí todos los errores del libro) se ve como un estado cuasi ideal de lo que la gente anhela y considera imposible. Vivir uno medianamente tranquilo, aunque con los problemas de siempre, dando a su relación la importancia que merece pero entendiendo que al final no es una prioridad, pensando en la monogamia como figura sobre valorada, pero sufriendo por su ego que no alcanza a comprender cómo otra persona puede suplir necesidades de las básicas y las espirituales mejor que uno (que no mejor, diferente, y en la novedad es donde se encuentra el progreso) , y tratando de entender por qué si tenemos tan claro en nuestros pensamientos lo que es la felicidad en pareja, nos queda tan difícil llevar a la práctica esas ideas que en nuestra reflexión se ven tan claras.

No tengo mucho qué decir. No me gustan los manuales, ni los links de 'secretos para mantener a tu novio', 'como detectar una infidelidad' o 'solteros somos más felices', porque intentan poner en un cuadro limitadísimo todos los matices de enamorarse. Un día el amor puede ser una ráfaga que te quema las entrañas y se convierte en orgasmo, así no sepas ni el nombre siquiera de quien lo provoca, y otro día se vuelve una tranquila tarde de leer un libro y tomar café o ver al otro haciendo cualquier cosa que le guste hacer, siendo uno objeto pasivo de la diversión. Un día son ganas de cocinar o salir a un restaurante, y otro día de ver películas pornográficas y salir de un motel en la mañana sin sensación de culpa.

Es tan complejo. Tan indefinible. Apenas distinguimos las señales y nos confundimos. Porque no vemos el amor como un sentimiento cambiante, vivimos en la persecución de revivir la sensación de la primera vez, como el drogadicto que siempre va por más. Intentamos medirlo en mariposas en el estómago, en palpitaciones del corazón, en la sensación de vacío con la ausencia del ser amado. Pero esos son apenas síntomas. Como el virus a la fiebre. No lo vemos, no estamos seguros de lo que es, cometemos el error de basarnos en nuestras experiencias anteriores o en las experiencias ajenas. Corremos de un lado  a otro pidiendo permiso, consejo, apoyo. Ignoramos durante mucho tiempo la sabiduría que cargamos todos dentro. Dejamos de creer en nosotros.

El amor, en general y en cuestiones de nuestra búsqueda eterna de complemento, es una realidad imposible, toda una paradoja donde cuando uno cree que ya lo había visto todo, hay algo nuevo qué aprender. No se si toda la vida, pero hasta ahora en la mía, sí. Lo que fue bueno ayer seguramente no servirá mañana, la única persona ideal que existe para uno es uno mismo, y quien llega a compartir ese camino es el complemento de esa persona ideal que siempre tenemos ahí pero que necesitamos adornar con besos, abrazos, compañía, afecto, sexo, confianza, camaradería y todas esas cosas que nos hacen tan felices y a la vez nos causan tanta tristeza.

No puedo decir por ahora nada mejor que eso. El amor y enamorarse de alguien es básicamente lo que sea que usted piense en este momento de eso. Lo que sintió por su ex pareja, es amor, lo que siente por ese inalcanzable, es amor, lo que sentirá por sus futuros compañeros, también lo es. No hay un solo amor en la vida, y cada uno será diferente y más o menos significativo en comparación con los demás, pero el amor no es para comparar. No lo busque, porque ahí está. Siempre está. En la ausencia, en la presencia, en cada idea que tenga usted. No intente repetir experiencias, si usted siembra dos semillas iguales en la misma tierra, seguramente no obtendrá dos árboles exactamente iguales, pero ambos serán hermosos, frondosos y útiles para lo que fueron hechos. Aprenda de los errores. No se vea dos veces en el mismo camino que destruye, y siempre que de un paso, procure que sea para edificar. Todo esto no solo lo hace a uno apto para ser mejor pareja, sino mejor persona.

Y ¿el  otro? ¿qué esperar del otro?. Nada. Así como a esta altura usted es dueño y señor de su manera de ver su amor, el otro también lo es. Solo sea. Como un río y sus peces. El río no es por y para los peces únicamente, pero ciertamente los peces tendrían mucho que agradecerle al río por ser lo que es, sin vivir exclusivamente de él, les falta el alimento, el sexo y otras cosas que no les da directamente el río pero que sin él no sucederían. Y cuando el pez muere, o cambia de río, o sale de él para que alguien lo ponga en una sartén, el río sigue siendo. Sea el pez, y sea el río también. Y prepárese. En el amor no hay nada escrito, no hay nada dicho ni últimas palabras, ni recetas mágicas. Es solo lo que uno tiene que termina viéndose reflejado en quien o quienes uno elige para compartir su existencia.

Amen sin reservas, sin condición, sin acuerdos previos. Y el resto, ya será su propia historia.