Bueno. Ya que no tengo lectores reconocidos o registrados, siento que no debo disculparme por la falta de continuidad temporal y temática de este blog. Pero al fin y al cabo así también es la vida, profunda en ocasiones y superficial en otras, así que no me parece tan descabellado cambiar de tema así por que sí. Unos días nos angustiamos terriblemente por las profecías mayas y al siguiente estamos peleando con el chofer de la buseta para el que quizá una 'maya' sea una abeja o la red de una mesa de tenis.
Ahora , cuidándome del tema de las demandas, si alguna vez en otra reencarnación alguien se entera de quien soy yo y sabe por qué escribí esto, simplemente déjenme decirles que este año ha sido malo y terminándolo estoy susceptible...y ya. O ira e intenso dolor, como diría mi abogado.
Así somos las mujeres. Yo, que soy particularmente apasionada por cosas que poco interesan a las mujeres. (sí, ya lo sé , eso lo dicen todas. Pero yo tengo pruebas documentales y evaluadas por 'expertos', a diferencia de quienes lo dicen sólo por congraciarse con el maravilloso género masculino), me pregunto ¿por qué somos así?.
De una mujer solo se puede ser dos cosas, amiga o enemiga. No hay términos medios, no hay un 'oiga, es como chévere pero la verdad no está en mi círculo' o 'la verdad, ni siquiera me había fijado que existía' como hacen mis señores. No. Siempre todas tenemos un maldito punto de referencia de nuestra 'zona de guerra' es decir, del espacio donde siempre queremos ser las primeras, las únicas, las bonitas, levantadoras admiradas, con las que todos se quieren acostar y la que todas quieren ser. Siempre sabemos quien está más gorda, más flaca,los colores de la ropa (hasta la interior) cada cuanto se tintura el cabello, si se lava los dientes, si tiene novio, si la miró un tipo feo, o el mas lindo (pero ¿qué le ven a esa vieja?). Siempre tenemos la necesidad de que las otras nos acepten, es más nos interesa más que nos acepten y nos admiren ellas, que ellos. Tal vez y como única defensa, es porque ellos son menos inteligentes y más fáciles de convencer . El resto del tiempo, vivimos en un canibalismo permanente, y a las que no canibalizamos, queremos imitar o que nos imiten. Pero nos juramos libres, independientes, liberales, mente abierta y todas esas cosas que les gusta escuchar a los hombres para acercarse como moscas a las venus atrapamoscas seducidos por algo que no existe.
Pausa para aclarar que el uso de la primera persona del plural no hace alusión a que quien escribe esto asuma todos esos mismos comportamientos. Sólo que no seré tan arrogante de decir que nunca he caído en la tentación natural de portarme tal como describo.
Se supone que nos funciona mejor el cerebro a dos hemisferios y eso nos da para cosas como poder estar escribiendo esto, planeando mi día, charlando bobadas y leyendo sobre fútbol, todo a la vez. Pero ese cerebro multi tarea nos llena de más errores (como el Windows Vista que decía ser mejor) y de más preocupaciones.
Matemáticamente somos más en número, pero en esencia, nos sentimos igual que hace 100 años, asustadas por ser mejores (¿mejores que quien?) y tratando de ganar una carrera donde tal vez algunas no queremos correr pero la marea humana nos arrastra.
No reniego de mi condición, qué dicha no despertarme rascándome la entrepierna, y tener el talento de elegir tanto ropa de hombre como de mujer y regalos para niños. Pero en medio de la masa me pierdo, me asfixio y me ahogo queriendo hacer fila entre princesas cuando parezco más una Juana de Arco (con esquizofrenia incluida) con ganas de salir a dar machete por cualquier causa loca.
Tal vez pensar así solo me haga igual de ... ¿desesperante? al resto. Sólo que por el otro lado de la moneda.
Ahora , cuidándome del tema de las demandas, si alguna vez en otra reencarnación alguien se entera de quien soy yo y sabe por qué escribí esto, simplemente déjenme decirles que este año ha sido malo y terminándolo estoy susceptible...y ya. O ira e intenso dolor, como diría mi abogado.
Así somos las mujeres. Yo, que soy particularmente apasionada por cosas que poco interesan a las mujeres. (sí, ya lo sé , eso lo dicen todas. Pero yo tengo pruebas documentales y evaluadas por 'expertos', a diferencia de quienes lo dicen sólo por congraciarse con el maravilloso género masculino), me pregunto ¿por qué somos así?.
De una mujer solo se puede ser dos cosas, amiga o enemiga. No hay términos medios, no hay un 'oiga, es como chévere pero la verdad no está en mi círculo' o 'la verdad, ni siquiera me había fijado que existía' como hacen mis señores. No. Siempre todas tenemos un maldito punto de referencia de nuestra 'zona de guerra' es decir, del espacio donde siempre queremos ser las primeras, las únicas, las bonitas, levantadoras admiradas, con las que todos se quieren acostar y la que todas quieren ser. Siempre sabemos quien está más gorda, más flaca,los colores de la ropa (hasta la interior) cada cuanto se tintura el cabello, si se lava los dientes, si tiene novio, si la miró un tipo feo, o el mas lindo (pero ¿qué le ven a esa vieja?). Siempre tenemos la necesidad de que las otras nos acepten, es más nos interesa más que nos acepten y nos admiren ellas, que ellos. Tal vez y como única defensa, es porque ellos son menos inteligentes y más fáciles de convencer . El resto del tiempo, vivimos en un canibalismo permanente, y a las que no canibalizamos, queremos imitar o que nos imiten. Pero nos juramos libres, independientes, liberales, mente abierta y todas esas cosas que les gusta escuchar a los hombres para acercarse como moscas a las venus atrapamoscas seducidos por algo que no existe.
Pausa para aclarar que el uso de la primera persona del plural no hace alusión a que quien escribe esto asuma todos esos mismos comportamientos. Sólo que no seré tan arrogante de decir que nunca he caído en la tentación natural de portarme tal como describo.
Se supone que nos funciona mejor el cerebro a dos hemisferios y eso nos da para cosas como poder estar escribiendo esto, planeando mi día, charlando bobadas y leyendo sobre fútbol, todo a la vez. Pero ese cerebro multi tarea nos llena de más errores (como el Windows Vista que decía ser mejor) y de más preocupaciones.
Matemáticamente somos más en número, pero en esencia, nos sentimos igual que hace 100 años, asustadas por ser mejores (¿mejores que quien?) y tratando de ganar una carrera donde tal vez algunas no queremos correr pero la marea humana nos arrastra.
No reniego de mi condición, qué dicha no despertarme rascándome la entrepierna, y tener el talento de elegir tanto ropa de hombre como de mujer y regalos para niños. Pero en medio de la masa me pierdo, me asfixio y me ahogo queriendo hacer fila entre princesas cuando parezco más una Juana de Arco (con esquizofrenia incluida) con ganas de salir a dar machete por cualquier causa loca.
Tal vez pensar así solo me haga igual de ... ¿desesperante? al resto. Sólo que por el otro lado de la moneda.
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