miércoles, enero 28, 2015

¿qué pueden aprender las mujeres de los hombres?

Esta entrada va dedicada a todos los que la lean, pero en especial, a los hombres de mi vida actual a quienes les aprendo todos los días D. y F. 

Bueno, va ante todo, en mayúscula, negrita y demases, mi sincera disculpa por el 'trending'. No voy a entrar a debatir que si el reinado, que si la niña, que si lo importante de la sociedad, que si somos unos simios alienados... no. Pero como así no quiera vivo inmersa en el mundo actual, lo cual me disgusta pero debo adaptarme a ello, tengo que ver a diario cómo la gente hace chistes, o se pregunta en serio si la pregunta aquella del reinado aquel a la niña aquella tiene alguna relevancia real o no, y una respuesta que no sea el chiste "a orinar de pie" que en serio fue el que más me gustó. Es menos pendejo que el 'hombre con hombre mujer con mujer' popularizado por otro concurso de belleza.

No seré la primera ni última persona pendeja que esté redactando una disertación breve del tema. Lo peor es que a artículos más pendejos que estos les van a pagar y yo todavía escribo gratis. Así que esto lo hago por el amor al arte de escribir y a las letras en general, y porque como los que me conocen ya saben y los que no se van a enterar, soy bastante arrogante y me cuesta quedarme callada frente a un tema donde cada uno tiene su opinión y le parece la mejor (como pasa con los culos, las religiones y los temas en general)

En serio, después de la avalancha de opiniones, uno no encuentra que alguien pueda responder la pregunta ¿pueden las mujeres aprender algo de los hombres? Llevamos décadas, más de medio siglo en un debate sexista de todo lo que los hombres como género masculino nos han quitado a lo largo de la historia. Desde temas tan fundamentales como por qué antes había 'diosas' y ahora el 'dios' verdadero y todo poderoso se figura como un hombre en una gran parte de cultos, hasta cosas tan pendejas como que hay que cambiar las reglas del español e incluir el todos y todas , niñas y niños, y con el correspondiente orden de 'las damas primero' , pasando por el degenero de convertir la @ y la X multigénero en una letra impronunciable al menos en español, para que ahora nos cuestionen de si aparte de todo ese atropello de falos y testosterona nos faltó por aprenderles algo.

Años, textos, luchas y hasta muertos y muertas tratando de demostrar que el género femenino tiene cualidades incomparables frente a su complemento ¿y ahora nos vienen a decir que tenemos algo que aprenderles?

Bueno, yo digo que sí.

Inherente a ellos y a su cultura, la forma de asociarse tan natural que tienen. Desde el niño en la escuela que no tiene problema con jugar fútbol con el gordo, el negro, el feo, el que tiene piojos, a diferencia de la niña que aprende desde pequeña a dejar de lado lo que no cumpla el estándar que le hayan impuesto (incluyendo a los niños), hasta la manera en que dos pendejos (hombres) se encuentran en un bar y terminan siendo buenos compañeros de tragos (cosa que déjenme decirles, en mis años de experiencia y cantina nunca he podido ver en dos mujeres solas, lo más cercano ha sido cuando entre ellas intermedia un hombre) .


Me gusta de los hombres como les insertaron en su educación a ver de manera objetiva sus sentimientos. He visto hombres despechados, aunque muchas no lo creen, también lloran, también miran el teléfono esperando a que su tormento los llame, también se emborrachan y cantan rancheras a grito herido por la mujer de sus amores. Pero tienen una manera de llevarlo, para mí, tan sobria, tan mesurada, que a veces raya con una opresión enferma a sus propias emociones. Si lográramos un equilibrio desde la mente femenina, tendríamos menos culebrones y menos mercado para las telenovelas.

Me gusta de ellos que no nos cohíben cuando nos metemos en sus terrenos. En general, (obvio que todo esto, lo anterior y lo siguiente cuenta con sus excepciones), los hombres no se enojan si las mujeres hablamos de fútbol (así sea de forma torpe) o de deportes en general ( y nos perdonan la ignorancia), no se enojan si  hablamos de pornografía, no se enojan si  hablamos de sexo de manera desenfrenada y descarada, no se enojan si hablamos de lo buena que está una vieja. Ahora, en serio ¿no somos nosotras mujeres de las que los regañamos por no distinguir un rojo, de un borgoña o de un fucsia? ¿alguna vez alguna le ha contestado a un hombre qué se siente tener la menstruación? (alguna vez uno me lo preguntó y no supe qué decirle), ¿no somos de las que le ponemos motes com metrosexual, galletón, blandito a los hombres que saben de marcas de champú, de salones de belleza o de artistas románticos?  . Eso sí, queremos que nos entiendan pero pocas veces permitimos que nos quiten el dominio de temas que creemos que son solo nuestros. Entre esos, hablar de hombres.


En general, me considero fan de los hombres y de su forma de ver la vida. Así no fuera heterosexual, creo que se los admiraría, igual. No es una cuestión de gusto o condescendencia. Es una admiración a un espíritu diferente al nuestro. Igual de complejo. Nunca diré que son perfectos. De hecho, en la vida me he topado con más hombres cafres que con mujeres mala gente.

Solo que me admira. Agradezco haber nacido mujer para entender lo valioso de que ellos nos complementen, que si Dios, la naturaleza, Darwin o el monstruo de las galletas nos diseñó de esa manera, tiene un sentido perfecto.

Agradezco a los hombres que han complementado mi femenina existencia, a los que me han amado y a los que me han hecho ser mejor, hasta haciéndome cosas malas. Que espero seguirles aprendiendo cosas a ellos, a ellas, y a todos. Y seguir pensando que mejor que ser iguales, es ser diferentes y completarnos mutuamente. Hombre con hombre, mujer con mujer, y lo mismo en el sentido contrario.


No tendré calidades para ser 'miss' de nada, y seguramente si yo hubiera estado en el lugar de esa niña me habría puesto a llorar porque no habría sabido qué responder de forma inmediata a esa pregunta. Sin embargo creo que es más importante que pensarnos en el nivel de 'penes y vaginas' imaginarnos como personas, en todas nuestras dimensiones.



viernes, enero 16, 2015

La gente que no quiere a la gente

Como muchos de ustedes, de forma transitoria o permanente, estoy aburrida de la gente.
De la gente que conozco, de la que no conozco, de la que no conozco y aún así me afecta.
De la gente que creí conocer, y de lo diferentes que son cuando los conoces.

Me cuesta aceptar que construir vínculos personales exitosos requiere de tantos fracasos, que llega uno a preguntarse si de verdad vale la pena pagar el precio.

No, no me como el cuento de que un amigo es un tesoro, ni de que mejor pocos amigos que muchos conocidos, ni nada de esa carreta sentimentaloide. Como muchos de ustedes.

Para mí una persona es suficiente, y esa persona ha estado conmigo desde que nací. Esa persona, efectivamente, soy yo.

Todas nuestras complejidades y cegueras son agobiantes. Como cuando criticamos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el propio. Como cuando nos destrozamos y después nos abrazamos para consolarnos. Como cuando tratamos de maquillar nuestras imperfecciones y el daño que hacemos a los demás con sicología de cantina, o de andén, haciéndonos creer que siempre estamos del lado correcto de la razón. Y si todos estamos en el lado correcto de la razón, lo más seguro es que todos estemos equivocados.

Estoy aburrida de tener que cambiar el lente como si fuera un telescopio, frente a cada situación, frente a cada persona, frente a cada momento. De pregonar que 'uno es siempre el mismo en todos los ambientes' como la mentira más grande del mundo.

Si la gente supiera como es el otro, probablemente dejarían de hablarle. Ese brillo que uno percibe de las personas según su afecto y su interés, es simplemente una alucinación más de querer saber que usted siempre tiene la razón y el resto son unos borregos no pensantes.

Como quisiera pasar por la vida sin tocarles, sin tocarnos, sin necesitarnos.