Si me preguntan desde cuando me gusta el fútbol, no podría dar una fecha precisa o una ocasión justa.
Eso es raro entre las personas que conozco con esta siempre discutida pasión.
Siempre recuerdan la fecha, la hora, el partido, quienes jugaban, y por qué significó algo tan especial para ellos. Bueno, no son tantas las personas realmente apasionadas que conozco así que a mi conclusión le faltaría bastante argumento para ser contuntente. Pero como siempre, solo puedo hablar de lo que conozco. Es tonto hacerlo de algo que no.
La cosa tiene que estar entre un partido del Santa Fe contra el América, en esa época de los pantalones cortitos y blancos, del Médico Ochoa y del Campín con el pasto quemado a veces, por allá arrancando los 80 y las noticias dramáticas de la no clasificación de la selección de Holanda a los mundiales del 82 y el 86, que en ese momento hizo bastante ruido, aunque yo no tenía edad para entender por qué. Además de la famosa historia de por qué no fuimos sede en el mundial del 86, y el arrepentirme toda la vida de no haber conservado unos guayos que ya venían con la frase 'Colombia 86' . Ciertamente a esta altura de la vida, hubieran sido un buen pasaje a la nostalgia.
A lo largo de la vida me enamoré del equipo que ahora me hace sufrir, no tanto como mi primer matrimonio , pero duele a ratos, patee balones, vi partidos, salté en estadios, lloré, celebré, me apasioné y me enamoré de ese extraño deporte que aún sin gracia se ha vuelto de las cosas más conversadas en este mundo junto con la política, la religión, el sexo y el dinero.
Adicional y para mi dicha, mi actual compañero de vida, respira fútbol de una manera asombrosa. Soy del plan de despertar temprano sábados y domingos a sintonizar ligas internacionales y después irme a verlo jugar con su equipo . Así que cada día aprendo más, me apasiono más, y me gusta más.
Y después de toda esta declaración de principios, solo me queda por decir que para mí, el fútbol no debería ser la pasión de un pueblo, ni la identificación de un país, ni un hecho político o social relevante de ninguna forma.
Los clubes y toda la industria del fútbol, son una empresa privada, que favorece a lo que favorece la empresa privada, a sus dueños. Nada más. Nosotros los 'pendejos' enamorados, movemos esa máquina, y lo hacemos por gusto, pasión y elección.
Es indignante que los gobiernos locales destinen al menos en Colombia, recursos para mantener esta industria. Alcaldías y gobernaciones destinando partidas para arreglar estadios, acceso a estadios, patrocinio a equipos cuando en una ciudad como Bogotá, de casi 10 millones de habitantes, por mucho a 2 millones les interese de verdad la cosa, de ir al estadio, y de mantener a su equipo. Que con problemas grandes de seguridad haya que mover media policía a cuidar a desadaptados con camisetas que ni siquiera pueden llamarse 'aficionados' o 'hinchas'. Increíble que a la gente que no elige tener la mística y la pasión por el futbol que algunos elegimos, se le quiera meter por los ojos que un torneo es 'hacer patria' que es 'dejar en alto el nombre del país' y todas esas pendejadas, de las que muchos con razón se quejan. Y que el concubinato entre dirigentes de clubes y políticos locales sea tan obsceno.
Jugar fútbol, es jugar fútbol. Hacer país es otra cosa bien diferente. Bien dicen los que se quejan del tema, que nos quieren alienar con eso. Pero no significa que quienes elegimos amar el fútbol (que no es matarse por una camiseta o tener acento de marginal o de argentino barriero mal imitado) estemos alienados.
La plata de las taquillas no va para el pueblo, la plata de las transferencias, no va para el pueblo. Los costos de seguridad, de los daños físicos provocados y de la mejora de escenario, esos sí nos tocan a todos ¿Qué opino? Lo que opino siempre en estos casos, que tenemos un gran problema, porque todo mundo quiere sacar provecho de su posición pero nadie quiere asumir sus responsabilidades al respecto.
Por ahora, seguiré amando a los 22 pelotudos que corren detrás de la pelota. Rezando para que mi equipo vuelva a la primera división aunque se que cuando vuelva será aún peor el sufrimiento, y usando lo que amo, para conectarme con el mundo. Pero no se confundan, el hecho de que entienda a los que no entienden por qué lo hago, no significa que voy a permitir que me sigan tratando de idiota, indolente, alienada, y todas esas cosas horribles que me dicen, cada vez que manifiesto de manera respetuosa la pasión que tengo por la pecosa.
Así que , ahí les dejo.
Eso es raro entre las personas que conozco con esta siempre discutida pasión.
Siempre recuerdan la fecha, la hora, el partido, quienes jugaban, y por qué significó algo tan especial para ellos. Bueno, no son tantas las personas realmente apasionadas que conozco así que a mi conclusión le faltaría bastante argumento para ser contuntente. Pero como siempre, solo puedo hablar de lo que conozco. Es tonto hacerlo de algo que no.
La cosa tiene que estar entre un partido del Santa Fe contra el América, en esa época de los pantalones cortitos y blancos, del Médico Ochoa y del Campín con el pasto quemado a veces, por allá arrancando los 80 y las noticias dramáticas de la no clasificación de la selección de Holanda a los mundiales del 82 y el 86, que en ese momento hizo bastante ruido, aunque yo no tenía edad para entender por qué. Además de la famosa historia de por qué no fuimos sede en el mundial del 86, y el arrepentirme toda la vida de no haber conservado unos guayos que ya venían con la frase 'Colombia 86' . Ciertamente a esta altura de la vida, hubieran sido un buen pasaje a la nostalgia.
A lo largo de la vida me enamoré del equipo que ahora me hace sufrir, no tanto como mi primer matrimonio , pero duele a ratos, patee balones, vi partidos, salté en estadios, lloré, celebré, me apasioné y me enamoré de ese extraño deporte que aún sin gracia se ha vuelto de las cosas más conversadas en este mundo junto con la política, la religión, el sexo y el dinero.
Adicional y para mi dicha, mi actual compañero de vida, respira fútbol de una manera asombrosa. Soy del plan de despertar temprano sábados y domingos a sintonizar ligas internacionales y después irme a verlo jugar con su equipo . Así que cada día aprendo más, me apasiono más, y me gusta más.
Y después de toda esta declaración de principios, solo me queda por decir que para mí, el fútbol no debería ser la pasión de un pueblo, ni la identificación de un país, ni un hecho político o social relevante de ninguna forma.
Los clubes y toda la industria del fútbol, son una empresa privada, que favorece a lo que favorece la empresa privada, a sus dueños. Nada más. Nosotros los 'pendejos' enamorados, movemos esa máquina, y lo hacemos por gusto, pasión y elección.
Es indignante que los gobiernos locales destinen al menos en Colombia, recursos para mantener esta industria. Alcaldías y gobernaciones destinando partidas para arreglar estadios, acceso a estadios, patrocinio a equipos cuando en una ciudad como Bogotá, de casi 10 millones de habitantes, por mucho a 2 millones les interese de verdad la cosa, de ir al estadio, y de mantener a su equipo. Que con problemas grandes de seguridad haya que mover media policía a cuidar a desadaptados con camisetas que ni siquiera pueden llamarse 'aficionados' o 'hinchas'. Increíble que a la gente que no elige tener la mística y la pasión por el futbol que algunos elegimos, se le quiera meter por los ojos que un torneo es 'hacer patria' que es 'dejar en alto el nombre del país' y todas esas pendejadas, de las que muchos con razón se quejan. Y que el concubinato entre dirigentes de clubes y políticos locales sea tan obsceno.
Jugar fútbol, es jugar fútbol. Hacer país es otra cosa bien diferente. Bien dicen los que se quejan del tema, que nos quieren alienar con eso. Pero no significa que quienes elegimos amar el fútbol (que no es matarse por una camiseta o tener acento de marginal o de argentino barriero mal imitado) estemos alienados.
La plata de las taquillas no va para el pueblo, la plata de las transferencias, no va para el pueblo. Los costos de seguridad, de los daños físicos provocados y de la mejora de escenario, esos sí nos tocan a todos ¿Qué opino? Lo que opino siempre en estos casos, que tenemos un gran problema, porque todo mundo quiere sacar provecho de su posición pero nadie quiere asumir sus responsabilidades al respecto.
Por ahora, seguiré amando a los 22 pelotudos que corren detrás de la pelota. Rezando para que mi equipo vuelva a la primera división aunque se que cuando vuelva será aún peor el sufrimiento, y usando lo que amo, para conectarme con el mundo. Pero no se confundan, el hecho de que entienda a los que no entienden por qué lo hago, no significa que voy a permitir que me sigan tratando de idiota, indolente, alienada, y todas esas cosas horribles que me dicen, cada vez que manifiesto de manera respetuosa la pasión que tengo por la pecosa.
Así que , ahí les dejo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario