miércoles, octubre 21, 2015
viernes, septiembre 25, 2015
Como Disco Rayado (Lado A)
Una triste coincidencia, 15 minutos antes de empezar a escribir esto. Mensaje Cifrado
Para S.F. Si me dicen que tengo miedo, en mi propia cara, temo menos. Algún día dejaré de temerle a esto y haré lo que me corresponde
Mi mundo es muy limitado. Esto en referencia al mundo total. Así que de mi limitado mundo me dedico a hablar, a callar a escribir.
Parto del supuesto que a todos los que comparten mi finito y más bien pequeño mundo, nos toca en algún momento. Tarde o temprano, de una forma u otra, tan ineludible como la vida misma, y tan inevitable como morir.
Tiempo me ha tomado escribir esto, porque me he tenido que cuestionar mucho no solo sobre el tema, sino sobre el por qué y el para qué escribo. Antes pensaba que era el mero gusto, pero hechos circundantes han modificado mi manera de pensar. Pero ya habrá otro momento y otro texto para eso. Este es lo que se podría llamar un 'encargo' de alguien a quien aprecio mucho y que de una manera muy cariñosa pero enérgica me desafió a descender de mi pedestal de basura intelectual y compartir en el interesante mundo de la cotidianidad. En el que uno vive pero duda vivir.
Un tópico tan desgastado como el amor romántico y de pareja, tan parte de todo, todo el tiempo, tan visto desde todas las perspectivas posibles, la matemática, la filosofía, el arte, las conversaciones de borrachos, el comercio, la política, el deporte, la religión y la ausencia de todas las anteriores ¿Hay más que decir del tema? Al parecer sí. Perspectivas del amor de pareja, las hay como seres en la tierra. Uno tiende a pensar que mucha gente tiene ideas generales y pensamientos comunes. Pero al horadar al fondo de la cuestión se da cuenta que al final aplica la tan cajonera frase de "cada persona es un mundo".
Me encuentro que a menudo, mi manera de ver ahora las cosas (pues yo tampoco nací aprendida y cometí todos los errores del libro) se ve como un estado cuasi ideal de lo que la gente anhela y considera imposible. Vivir uno medianamente tranquilo, aunque con los problemas de siempre, dando a su relación la importancia que merece pero entendiendo que al final no es una prioridad, pensando en la monogamia como figura sobre valorada, pero sufriendo por su ego que no alcanza a comprender cómo otra persona puede suplir necesidades de las básicas y las espirituales mejor que uno (que no mejor, diferente, y en la novedad es donde se encuentra el progreso) , y tratando de entender por qué si tenemos tan claro en nuestros pensamientos lo que es la felicidad en pareja, nos queda tan difícil llevar a la práctica esas ideas que en nuestra reflexión se ven tan claras.
No tengo mucho qué decir. No me gustan los manuales, ni los links de 'secretos para mantener a tu novio', 'como detectar una infidelidad' o 'solteros somos más felices', porque intentan poner en un cuadro limitadísimo todos los matices de enamorarse. Un día el amor puede ser una ráfaga que te quema las entrañas y se convierte en orgasmo, así no sepas ni el nombre siquiera de quien lo provoca, y otro día se vuelve una tranquila tarde de leer un libro y tomar café o ver al otro haciendo cualquier cosa que le guste hacer, siendo uno objeto pasivo de la diversión. Un día son ganas de cocinar o salir a un restaurante, y otro día de ver películas pornográficas y salir de un motel en la mañana sin sensación de culpa.
Es tan complejo. Tan indefinible. Apenas distinguimos las señales y nos confundimos. Porque no vemos el amor como un sentimiento cambiante, vivimos en la persecución de revivir la sensación de la primera vez, como el drogadicto que siempre va por más. Intentamos medirlo en mariposas en el estómago, en palpitaciones del corazón, en la sensación de vacío con la ausencia del ser amado. Pero esos son apenas síntomas. Como el virus a la fiebre. No lo vemos, no estamos seguros de lo que es, cometemos el error de basarnos en nuestras experiencias anteriores o en las experiencias ajenas. Corremos de un lado a otro pidiendo permiso, consejo, apoyo. Ignoramos durante mucho tiempo la sabiduría que cargamos todos dentro. Dejamos de creer en nosotros.
El amor, en general y en cuestiones de nuestra búsqueda eterna de complemento, es una realidad imposible, toda una paradoja donde cuando uno cree que ya lo había visto todo, hay algo nuevo qué aprender. No se si toda la vida, pero hasta ahora en la mía, sí. Lo que fue bueno ayer seguramente no servirá mañana, la única persona ideal que existe para uno es uno mismo, y quien llega a compartir ese camino es el complemento de esa persona ideal que siempre tenemos ahí pero que necesitamos adornar con besos, abrazos, compañía, afecto, sexo, confianza, camaradería y todas esas cosas que nos hacen tan felices y a la vez nos causan tanta tristeza.
No puedo decir por ahora nada mejor que eso. El amor y enamorarse de alguien es básicamente lo que sea que usted piense en este momento de eso. Lo que sintió por su ex pareja, es amor, lo que siente por ese inalcanzable, es amor, lo que sentirá por sus futuros compañeros, también lo es. No hay un solo amor en la vida, y cada uno será diferente y más o menos significativo en comparación con los demás, pero el amor no es para comparar. No lo busque, porque ahí está. Siempre está. En la ausencia, en la presencia, en cada idea que tenga usted. No intente repetir experiencias, si usted siembra dos semillas iguales en la misma tierra, seguramente no obtendrá dos árboles exactamente iguales, pero ambos serán hermosos, frondosos y útiles para lo que fueron hechos. Aprenda de los errores. No se vea dos veces en el mismo camino que destruye, y siempre que de un paso, procure que sea para edificar. Todo esto no solo lo hace a uno apto para ser mejor pareja, sino mejor persona.
Y ¿el otro? ¿qué esperar del otro?. Nada. Así como a esta altura usted es dueño y señor de su manera de ver su amor, el otro también lo es. Solo sea. Como un río y sus peces. El río no es por y para los peces únicamente, pero ciertamente los peces tendrían mucho que agradecerle al río por ser lo que es, sin vivir exclusivamente de él, les falta el alimento, el sexo y otras cosas que no les da directamente el río pero que sin él no sucederían. Y cuando el pez muere, o cambia de río, o sale de él para que alguien lo ponga en una sartén, el río sigue siendo. Sea el pez, y sea el río también. Y prepárese. En el amor no hay nada escrito, no hay nada dicho ni últimas palabras, ni recetas mágicas. Es solo lo que uno tiene que termina viéndose reflejado en quien o quienes uno elige para compartir su existencia.
Amen sin reservas, sin condición, sin acuerdos previos. Y el resto, ya será su propia historia.
viernes, abril 24, 2015
¿Fútbol? ¡no!
Si me preguntan desde cuando me gusta el fútbol, no podría dar una fecha precisa o una ocasión justa.
Eso es raro entre las personas que conozco con esta siempre discutida pasión.
Siempre recuerdan la fecha, la hora, el partido, quienes jugaban, y por qué significó algo tan especial para ellos. Bueno, no son tantas las personas realmente apasionadas que conozco así que a mi conclusión le faltaría bastante argumento para ser contuntente. Pero como siempre, solo puedo hablar de lo que conozco. Es tonto hacerlo de algo que no.
La cosa tiene que estar entre un partido del Santa Fe contra el América, en esa época de los pantalones cortitos y blancos, del Médico Ochoa y del Campín con el pasto quemado a veces, por allá arrancando los 80 y las noticias dramáticas de la no clasificación de la selección de Holanda a los mundiales del 82 y el 86, que en ese momento hizo bastante ruido, aunque yo no tenía edad para entender por qué. Además de la famosa historia de por qué no fuimos sede en el mundial del 86, y el arrepentirme toda la vida de no haber conservado unos guayos que ya venían con la frase 'Colombia 86' . Ciertamente a esta altura de la vida, hubieran sido un buen pasaje a la nostalgia.
A lo largo de la vida me enamoré del equipo que ahora me hace sufrir, no tanto como mi primer matrimonio , pero duele a ratos, patee balones, vi partidos, salté en estadios, lloré, celebré, me apasioné y me enamoré de ese extraño deporte que aún sin gracia se ha vuelto de las cosas más conversadas en este mundo junto con la política, la religión, el sexo y el dinero.
Adicional y para mi dicha, mi actual compañero de vida, respira fútbol de una manera asombrosa. Soy del plan de despertar temprano sábados y domingos a sintonizar ligas internacionales y después irme a verlo jugar con su equipo . Así que cada día aprendo más, me apasiono más, y me gusta más.
Y después de toda esta declaración de principios, solo me queda por decir que para mí, el fútbol no debería ser la pasión de un pueblo, ni la identificación de un país, ni un hecho político o social relevante de ninguna forma.
Los clubes y toda la industria del fútbol, son una empresa privada, que favorece a lo que favorece la empresa privada, a sus dueños. Nada más. Nosotros los 'pendejos' enamorados, movemos esa máquina, y lo hacemos por gusto, pasión y elección.
Es indignante que los gobiernos locales destinen al menos en Colombia, recursos para mantener esta industria. Alcaldías y gobernaciones destinando partidas para arreglar estadios, acceso a estadios, patrocinio a equipos cuando en una ciudad como Bogotá, de casi 10 millones de habitantes, por mucho a 2 millones les interese de verdad la cosa, de ir al estadio, y de mantener a su equipo. Que con problemas grandes de seguridad haya que mover media policía a cuidar a desadaptados con camisetas que ni siquiera pueden llamarse 'aficionados' o 'hinchas'. Increíble que a la gente que no elige tener la mística y la pasión por el futbol que algunos elegimos, se le quiera meter por los ojos que un torneo es 'hacer patria' que es 'dejar en alto el nombre del país' y todas esas pendejadas, de las que muchos con razón se quejan. Y que el concubinato entre dirigentes de clubes y políticos locales sea tan obsceno.
Jugar fútbol, es jugar fútbol. Hacer país es otra cosa bien diferente. Bien dicen los que se quejan del tema, que nos quieren alienar con eso. Pero no significa que quienes elegimos amar el fútbol (que no es matarse por una camiseta o tener acento de marginal o de argentino barriero mal imitado) estemos alienados.
La plata de las taquillas no va para el pueblo, la plata de las transferencias, no va para el pueblo. Los costos de seguridad, de los daños físicos provocados y de la mejora de escenario, esos sí nos tocan a todos ¿Qué opino? Lo que opino siempre en estos casos, que tenemos un gran problema, porque todo mundo quiere sacar provecho de su posición pero nadie quiere asumir sus responsabilidades al respecto.
Por ahora, seguiré amando a los 22 pelotudos que corren detrás de la pelota. Rezando para que mi equipo vuelva a la primera división aunque se que cuando vuelva será aún peor el sufrimiento, y usando lo que amo, para conectarme con el mundo. Pero no se confundan, el hecho de que entienda a los que no entienden por qué lo hago, no significa que voy a permitir que me sigan tratando de idiota, indolente, alienada, y todas esas cosas horribles que me dicen, cada vez que manifiesto de manera respetuosa la pasión que tengo por la pecosa.
Así que , ahí les dejo.
Eso es raro entre las personas que conozco con esta siempre discutida pasión.
Siempre recuerdan la fecha, la hora, el partido, quienes jugaban, y por qué significó algo tan especial para ellos. Bueno, no son tantas las personas realmente apasionadas que conozco así que a mi conclusión le faltaría bastante argumento para ser contuntente. Pero como siempre, solo puedo hablar de lo que conozco. Es tonto hacerlo de algo que no.
La cosa tiene que estar entre un partido del Santa Fe contra el América, en esa época de los pantalones cortitos y blancos, del Médico Ochoa y del Campín con el pasto quemado a veces, por allá arrancando los 80 y las noticias dramáticas de la no clasificación de la selección de Holanda a los mundiales del 82 y el 86, que en ese momento hizo bastante ruido, aunque yo no tenía edad para entender por qué. Además de la famosa historia de por qué no fuimos sede en el mundial del 86, y el arrepentirme toda la vida de no haber conservado unos guayos que ya venían con la frase 'Colombia 86' . Ciertamente a esta altura de la vida, hubieran sido un buen pasaje a la nostalgia.
A lo largo de la vida me enamoré del equipo que ahora me hace sufrir, no tanto como mi primer matrimonio , pero duele a ratos, patee balones, vi partidos, salté en estadios, lloré, celebré, me apasioné y me enamoré de ese extraño deporte que aún sin gracia se ha vuelto de las cosas más conversadas en este mundo junto con la política, la religión, el sexo y el dinero.
Adicional y para mi dicha, mi actual compañero de vida, respira fútbol de una manera asombrosa. Soy del plan de despertar temprano sábados y domingos a sintonizar ligas internacionales y después irme a verlo jugar con su equipo . Así que cada día aprendo más, me apasiono más, y me gusta más.
Y después de toda esta declaración de principios, solo me queda por decir que para mí, el fútbol no debería ser la pasión de un pueblo, ni la identificación de un país, ni un hecho político o social relevante de ninguna forma.
Los clubes y toda la industria del fútbol, son una empresa privada, que favorece a lo que favorece la empresa privada, a sus dueños. Nada más. Nosotros los 'pendejos' enamorados, movemos esa máquina, y lo hacemos por gusto, pasión y elección.
Es indignante que los gobiernos locales destinen al menos en Colombia, recursos para mantener esta industria. Alcaldías y gobernaciones destinando partidas para arreglar estadios, acceso a estadios, patrocinio a equipos cuando en una ciudad como Bogotá, de casi 10 millones de habitantes, por mucho a 2 millones les interese de verdad la cosa, de ir al estadio, y de mantener a su equipo. Que con problemas grandes de seguridad haya que mover media policía a cuidar a desadaptados con camisetas que ni siquiera pueden llamarse 'aficionados' o 'hinchas'. Increíble que a la gente que no elige tener la mística y la pasión por el futbol que algunos elegimos, se le quiera meter por los ojos que un torneo es 'hacer patria' que es 'dejar en alto el nombre del país' y todas esas pendejadas, de las que muchos con razón se quejan. Y que el concubinato entre dirigentes de clubes y políticos locales sea tan obsceno.
Jugar fútbol, es jugar fútbol. Hacer país es otra cosa bien diferente. Bien dicen los que se quejan del tema, que nos quieren alienar con eso. Pero no significa que quienes elegimos amar el fútbol (que no es matarse por una camiseta o tener acento de marginal o de argentino barriero mal imitado) estemos alienados.
La plata de las taquillas no va para el pueblo, la plata de las transferencias, no va para el pueblo. Los costos de seguridad, de los daños físicos provocados y de la mejora de escenario, esos sí nos tocan a todos ¿Qué opino? Lo que opino siempre en estos casos, que tenemos un gran problema, porque todo mundo quiere sacar provecho de su posición pero nadie quiere asumir sus responsabilidades al respecto.
Por ahora, seguiré amando a los 22 pelotudos que corren detrás de la pelota. Rezando para que mi equipo vuelva a la primera división aunque se que cuando vuelva será aún peor el sufrimiento, y usando lo que amo, para conectarme con el mundo. Pero no se confundan, el hecho de que entienda a los que no entienden por qué lo hago, no significa que voy a permitir que me sigan tratando de idiota, indolente, alienada, y todas esas cosas horribles que me dicen, cada vez que manifiesto de manera respetuosa la pasión que tengo por la pecosa.
Así que , ahí les dejo.
miércoles, enero 28, 2015
¿qué pueden aprender las mujeres de los hombres?
Esta entrada va dedicada a todos los que la lean, pero en especial, a los hombres de mi vida actual a quienes les aprendo todos los días D. y F.
Bueno, va ante todo, en mayúscula, negrita y demases, mi sincera disculpa por el 'trending'. No voy a entrar a debatir que si el reinado, que si la niña, que si lo importante de la sociedad, que si somos unos simios alienados... no. Pero como así no quiera vivo inmersa en el mundo actual, lo cual me disgusta pero debo adaptarme a ello, tengo que ver a diario cómo la gente hace chistes, o se pregunta en serio si la pregunta aquella del reinado aquel a la niña aquella tiene alguna relevancia real o no, y una respuesta que no sea el chiste "a orinar de pie" que en serio fue el que más me gustó. Es menos pendejo que el 'hombre con hombre mujer con mujer' popularizado por otro concurso de belleza.
No seré la primera ni última persona pendeja que esté redactando una disertación breve del tema. Lo peor es que a artículos más pendejos que estos les van a pagar y yo todavía escribo gratis. Así que esto lo hago por el amor al arte de escribir y a las letras en general, y porque como los que me conocen ya saben y los que no se van a enterar, soy bastante arrogante y me cuesta quedarme callada frente a un tema donde cada uno tiene su opinión y le parece la mejor (como pasa con los culos, las religiones y los temas en general)
En serio, después de la avalancha de opiniones, uno no encuentra que alguien pueda responder la pregunta ¿pueden las mujeres aprender algo de los hombres? Llevamos décadas, más de medio siglo en un debate sexista de todo lo que los hombres como género masculino nos han quitado a lo largo de la historia. Desde temas tan fundamentales como por qué antes había 'diosas' y ahora el 'dios' verdadero y todo poderoso se figura como un hombre en una gran parte de cultos, hasta cosas tan pendejas como que hay que cambiar las reglas del español e incluir el todos y todas , niñas y niños, y con el correspondiente orden de 'las damas primero' , pasando por el degenero de convertir la @ y la X multigénero en una letra impronunciable al menos en español, para que ahora nos cuestionen de si aparte de todo ese atropello de falos y testosterona nos faltó por aprenderles algo.
Años, textos, luchas y hasta muertos y muertas tratando de demostrar que el género femenino tiene cualidades incomparables frente a su complemento ¿y ahora nos vienen a decir que tenemos algo que aprenderles?
Bueno, yo digo que sí.
Inherente a ellos y a su cultura, la forma de asociarse tan natural que tienen. Desde el niño en la escuela que no tiene problema con jugar fútbol con el gordo, el negro, el feo, el que tiene piojos, a diferencia de la niña que aprende desde pequeña a dejar de lado lo que no cumpla el estándar que le hayan impuesto (incluyendo a los niños), hasta la manera en que dos pendejos (hombres) se encuentran en un bar y terminan siendo buenos compañeros de tragos (cosa que déjenme decirles, en mis años de experiencia y cantina nunca he podido ver en dos mujeres solas, lo más cercano ha sido cuando entre ellas intermedia un hombre) .
Me gusta de los hombres como les insertaron en su educación a ver de manera objetiva sus sentimientos. He visto hombres despechados, aunque muchas no lo creen, también lloran, también miran el teléfono esperando a que su tormento los llame, también se emborrachan y cantan rancheras a grito herido por la mujer de sus amores. Pero tienen una manera de llevarlo, para mí, tan sobria, tan mesurada, que a veces raya con una opresión enferma a sus propias emociones. Si lográramos un equilibrio desde la mente femenina, tendríamos menos culebrones y menos mercado para las telenovelas.
Me gusta de ellos que no nos cohíben cuando nos metemos en sus terrenos. En general, (obvio que todo esto, lo anterior y lo siguiente cuenta con sus excepciones), los hombres no se enojan si las mujeres hablamos de fútbol (así sea de forma torpe) o de deportes en general ( y nos perdonan la ignorancia), no se enojan si hablamos de pornografía, no se enojan si hablamos de sexo de manera desenfrenada y descarada, no se enojan si hablamos de lo buena que está una vieja. Ahora, en serio ¿no somos nosotras mujeres de las que los regañamos por no distinguir un rojo, de un borgoña o de un fucsia? ¿alguna vez alguna le ha contestado a un hombre qué se siente tener la menstruación? (alguna vez uno me lo preguntó y no supe qué decirle), ¿no somos de las que le ponemos motes com metrosexual, galletón, blandito a los hombres que saben de marcas de champú, de salones de belleza o de artistas románticos? . Eso sí, queremos que nos entiendan pero pocas veces permitimos que nos quiten el dominio de temas que creemos que son solo nuestros. Entre esos, hablar de hombres.
En general, me considero fan de los hombres y de su forma de ver la vida. Así no fuera heterosexual, creo que se los admiraría, igual. No es una cuestión de gusto o condescendencia. Es una admiración a un espíritu diferente al nuestro. Igual de complejo. Nunca diré que son perfectos. De hecho, en la vida me he topado con más hombres cafres que con mujeres mala gente.
Solo que me admira. Agradezco haber nacido mujer para entender lo valioso de que ellos nos complementen, que si Dios, la naturaleza, Darwin o el monstruo de las galletas nos diseñó de esa manera, tiene un sentido perfecto.
Agradezco a los hombres que han complementado mi femenina existencia, a los que me han amado y a los que me han hecho ser mejor, hasta haciéndome cosas malas. Que espero seguirles aprendiendo cosas a ellos, a ellas, y a todos. Y seguir pensando que mejor que ser iguales, es ser diferentes y completarnos mutuamente. Hombre con hombre, mujer con mujer, y lo mismo en el sentido contrario.
No tendré calidades para ser 'miss' de nada, y seguramente si yo hubiera estado en el lugar de esa niña me habría puesto a llorar porque no habría sabido qué responder de forma inmediata a esa pregunta. Sin embargo creo que es más importante que pensarnos en el nivel de 'penes y vaginas' imaginarnos como personas, en todas nuestras dimensiones.
viernes, enero 16, 2015
La gente que no quiere a la gente
Como muchos de ustedes, de forma transitoria o permanente, estoy aburrida de la gente.
De la gente que conozco, de la que no conozco, de la que no conozco y aún así me afecta.
De la gente que creí conocer, y de lo diferentes que son cuando los conoces.
Me cuesta aceptar que construir vínculos personales exitosos requiere de tantos fracasos, que llega uno a preguntarse si de verdad vale la pena pagar el precio.
No, no me como el cuento de que un amigo es un tesoro, ni de que mejor pocos amigos que muchos conocidos, ni nada de esa carreta sentimentaloide. Como muchos de ustedes.
Para mí una persona es suficiente, y esa persona ha estado conmigo desde que nací. Esa persona, efectivamente, soy yo.
Todas nuestras complejidades y cegueras son agobiantes. Como cuando criticamos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el propio. Como cuando nos destrozamos y después nos abrazamos para consolarnos. Como cuando tratamos de maquillar nuestras imperfecciones y el daño que hacemos a los demás con sicología de cantina, o de andén, haciéndonos creer que siempre estamos del lado correcto de la razón. Y si todos estamos en el lado correcto de la razón, lo más seguro es que todos estemos equivocados.
Estoy aburrida de tener que cambiar el lente como si fuera un telescopio, frente a cada situación, frente a cada persona, frente a cada momento. De pregonar que 'uno es siempre el mismo en todos los ambientes' como la mentira más grande del mundo.
Si la gente supiera como es el otro, probablemente dejarían de hablarle. Ese brillo que uno percibe de las personas según su afecto y su interés, es simplemente una alucinación más de querer saber que usted siempre tiene la razón y el resto son unos borregos no pensantes.
Como quisiera pasar por la vida sin tocarles, sin tocarnos, sin necesitarnos.
De la gente que conozco, de la que no conozco, de la que no conozco y aún así me afecta.
De la gente que creí conocer, y de lo diferentes que son cuando los conoces.
Me cuesta aceptar que construir vínculos personales exitosos requiere de tantos fracasos, que llega uno a preguntarse si de verdad vale la pena pagar el precio.
No, no me como el cuento de que un amigo es un tesoro, ni de que mejor pocos amigos que muchos conocidos, ni nada de esa carreta sentimentaloide. Como muchos de ustedes.
Para mí una persona es suficiente, y esa persona ha estado conmigo desde que nací. Esa persona, efectivamente, soy yo.
Todas nuestras complejidades y cegueras son agobiantes. Como cuando criticamos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el propio. Como cuando nos destrozamos y después nos abrazamos para consolarnos. Como cuando tratamos de maquillar nuestras imperfecciones y el daño que hacemos a los demás con sicología de cantina, o de andén, haciéndonos creer que siempre estamos del lado correcto de la razón. Y si todos estamos en el lado correcto de la razón, lo más seguro es que todos estemos equivocados.
Estoy aburrida de tener que cambiar el lente como si fuera un telescopio, frente a cada situación, frente a cada persona, frente a cada momento. De pregonar que 'uno es siempre el mismo en todos los ambientes' como la mentira más grande del mundo.
Si la gente supiera como es el otro, probablemente dejarían de hablarle. Ese brillo que uno percibe de las personas según su afecto y su interés, es simplemente una alucinación más de querer saber que usted siempre tiene la razón y el resto son unos borregos no pensantes.
Como quisiera pasar por la vida sin tocarles, sin tocarnos, sin necesitarnos.
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